poemas con contenido social


Pido la paz y la palabra - BLÁS DE OTERO
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.

Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y tantos.

CANTO A LA LIBERTAD José Antonio Labordeta
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Hermano, aquí mi mano,
será tuya mi frente,
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la libertad.
Haremos el camino
en un mismo trazado,
uniendo nuestros hombros
para así levantar
a aquellos que cayeron
gritando libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Sonarán las campanas
desde los campanarios,
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.


Ellos siempre han marchado, han gastado suelas e hinchado rodillas y han dejado suspiros esperanzados a cambio del aire que han respirado.
Marcharon en brazos de su madre por largos caminos para obtener una vacuna o un bote de leche.
Marcharon por largos caminos con loncheras  vacías y desgastados bolsones rumbo a sus deterioradas escuelas.
Marcharon en desfiles de independencia por las calles teñidas de violencia mientras creían en sueños  de libertad, de igualdad, de justicia.
Marcharon por millas y millas hacia sus trabajos, cuando hubo paros de autobuses o cuando los opositores al gobierno los quemaron.
Y otras veces marcharon aunque hubo transporte, simplemente caminaron porque no hubo dinero para pagarlo.
Marcharon por campos, cerros y cafetales buscando a sus familiares cuando los terremotos o inundaciones destruyeron sus carreteras.
Marcharon en las calles de sus capitales pidiendo agua para sus colonias, escuelas para sus hijos, pidiendo aumento de cincuenta centavos a los cinco dólares diarios que fue su salario.
Marcharon clamando justicia, alto a la violencia, cese al fuego, no más impunidad, no ser desalojados o despojados.
Un día marcharon más lejos…cruzando ríos, atravesando desiertos, eludiendo guardias, perros, helicópteros, serpientes…burlando al hambre, al cansancio, a la muerte.
Hoy marchan por las calles de la Capital del país que se dice más justo y democrático del mundo, creyendo que su voz allí si será escuchada…que valdrá la pena una vida entera de sudor, sangre, sacrificios y lágrimas.
Ellos siempre han marchado…no es la gran marcha de unas horas o de un día, es la gran marcha de toda su vida…la vida que depende de la firma de unos cuantos hombres cómodamente sentados….
Julio Valencia
Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
entre todos aquellos
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver;
pero habrá que forzarla
para que pueda ser.
Que sea como un viento
que arranque los matojos
surgiendo la verdad,
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga 
.


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