Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Hermano, aquí mi mano,
será tuya mi frente,
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la libertad.
Haremos el camino
en un mismo trazado,
uniendo nuestros hombros
para así levantar
a aquellos que cayeron
gritando libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Sonarán las campanas
desde los campanarios,
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.
Ellos siempre han marchado, han gastado suelas
e hinchado rodillas y han dejado suspiros esperanzados a cambio del aire
que han respirado.
Marcharon en brazos de su madre por largos
caminos para obtener una vacuna o un bote de leche.
Marcharon por largos caminos con loncheras
vacías y desgastados bolsones rumbo a sus deterioradas escuelas.
Marcharon en desfiles de independencia por las
calles teñidas de violencia mientras creían en sueños de libertad, de
igualdad, de justicia.
Marcharon por millas y millas hacia sus
trabajos, cuando hubo paros de autobuses o cuando los opositores al gobierno
los quemaron.
Y otras veces marcharon aunque hubo transporte,
simplemente caminaron porque no hubo dinero para pagarlo.
Marcharon por campos, cerros y cafetales
buscando a sus familiares cuando los terremotos o inundaciones destruyeron
sus carreteras.
Marcharon en las calles de sus capitales
pidiendo agua para sus colonias, escuelas para sus hijos, pidiendo aumento
de cincuenta centavos a los cinco dólares diarios que fue su salario.
Marcharon clamando justicia, alto a la
violencia, cese al fuego, no más impunidad, no ser desalojados o
despojados.
Un día marcharon más lejos…cruzando ríos,
atravesando desiertos, eludiendo guardias, perros, helicópteros,
serpientes…burlando al hambre, al cansancio, a la muerte.
Hoy marchan por las calles de la Capital del país
que se dice más justo y democrático del mundo, creyendo que su voz allí si
será escuchada…que valdrá la pena una vida entera de sudor, sangre,
sacrificios y lágrimas.
Ellos siempre han marchado…no es la gran marcha
de unas horas o de un día, es la gran marcha de toda su vida…la vida que
depende de la firma de unos cuantos hombres cómodamente sentados….
Julio Valencia
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Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
entre todos aquellos
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver;
pero habrá que forzarla
para que pueda ser.
Que sea como un viento
que arranque los matojos
surgiendo la verdad,
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga
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